Los cuidados de los semilleros: bebés a bordo!

Arranca marzo y empieza la locura de los semilleros, del plantón, de la revisión de las tuberías de riego, de la planificación de la temporada… ya tenemos en el invernadero casi 3000 plantas en semillero, ahí calladitas esperando el momento de asomar al mundo. 

Una planta en semillero es muy frágil y necesita los cuidados propios de un bebé, mucha atención, muy buena nutrición y buen manejo de las enfermedades. Si todo va bien, en aproximadamente 30 días, tendremos disponibles plantones fuertes, bien alimentados y resistentes, dispuestos a pasar a tierra y convertirse en deliciosas hortalizas. Pero antes, vienen los mimos y las atenciones personalizadas.

Es verdad que cada semilla tiene sus manías, las hay que germinan con luz, otras sin ella, con más o menos sustrato por encima, las hay que crecen rapidísimo y otras remolonas que se toman su tiempo en el semillero, las hay más resistentes a todo y otras que son un continuo mírameynometoques, pero en general, procuramos sistematizar y optimizar al máximo el proceso en el semillero.

Cuidamos de que la temperatura y la humedad en el invernadero sean estables, pero la verdad es que eso es sencillo, es un invernadero grande y bien orientado, no solemos tener problemas de climatización. Los cuidados del semillero empiezan muy pronto, ya antes de que las semillas emerjan, preparamos todos aquellos mejunjes que nos servirán para que crezcan fuertes y sanas: enraizantes para que desarrollen numerosas raíces, té de vermicompost para que estén bien nutridas (el alvéolo en el que crecen es muy pequeño y los recursos nutritivos se agotan muy rápido, por lo que hay que tener especial cuidado con la fertilización), extracto fermentado de ortigas frescas para alejar a los insectos y a los hongos malévolos, riego por nebulización cada poquito tiempo, humedeciendo pero sin encharcar y muy pendientes del sol… y paciencia, y mucha observación sobre todo.

Si todo va como debe, la producción de temporada está asegurada. ¡A comer!